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Tapa del libro MEMORIAS DE ULTRATUMBA PACK

MEMORIAS DE ULTRATUMBA PACK

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No Disponible No disponible

Autor: CHATEAUBRIAND

Origen: España

Editorial: ACANTILADO

ISBN: 8496489329

Origen: España

$ 41900.00 Icono bolsa

41.90 U$S 46.56

Epopeya extraordinaria de unos tiempos convulsos que François de Chateaubriand vivió como testigo y protagonista, las Memorias de ultratumba son un documento literario atemporal. Melancólico y desengañado, aristócrata que presenció la Revolución Francesa, que viajó a la joven República americana y conoció el esplendor y la falsía del Imperio napoleónico, así como la Restauración, Chateaubriand fue un hombre polifacético, hábil y vehemente, cuyas Memorias—«un templo de la muerte erigido a la luz de mis recuerdos»—nacieron como confrontación personal con la Historia, como revancha contra el tiempo. Un escritor maravilloso y de culto capaz de construir, como el profesor Fumaroli dice en el prólogo redactado para esta edición, «una reflexión profunda, de una actualidad sobrecogedora y de un alcance universal, sobre la era democrática inaugurada por la Revolución Americana y por la Revolución Francesa, sobre las grandes esperanzas que ella hizo nacer, sobre los peligros que llevaba en germen, y sobre las pruebas insólitas a las que exponía, en su expansión mundial, la libertad y la humanidad misma del hombre.»



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Las 'Memorias' de Chateaubriand regresan de la 'Ultratumba'

MATIAS NESPOLO

BARCELONA.- Aristócrata convencido del advenimiento de un régimen democrático, François René de Chateaubriand (1768-1848) surcó el siglo de las revoluciones dejando tras de sí una obra monumental e incómoda para ambos extremos del abanico ideológico. Los conservadores le vieron como un liberal peligroso y los jacobinos, como un reaccionario, nostálgico del antiguo régimen. Los últimos 40 años de su vida, Chateaubriand los dedicó a sus Memorias de ultratumba, 3.500 páginas manuscritas en las que el autor traza un descarnado retrato del mundo en transformación que le tocó vivir. Intempestivo documento histórico, literario y personal, tuvo que esperar un siglo a que se relajara la doble censura política que sobre él pesaba y fuera editado completo en lengua francesa; pese a contar con lectores entusiastas de la talla de Baudelaire, Proust o De Gaulle.
A poco más de 150 años de su muerte, el Acantilado publica la primera versión castellana íntegra de Memorias de ultratumba, «siguiendo las instrucciones extremadamente precisas que dejó Chateaubriand», remarca el editor Jaume Vallcorba. La obra recoge, traducida por José Ramón Monreal, los fragmentos comprometedores suprimidos en las primeras publicaciones y los últimos añadidos del autor, según la edición francesa, fijada por Jean-Claude Berchet en 1989.

Desengaño

Esa fecha y la recuperación del controvertido escritor, para Marc Fumaroli, miembro de la Academia Francesa y autor de la introducción de esta edición, no son casuales. El bicentenario de la Revolución Francesa coincide con la caída del muro de Berlín; y el desengaño que respiran las Memorias hacia las promesas revolucionarias de la modernidad es el mismo que vive la inteligencia francesa a la caída del bloque socialista.

Las mejores condiciones de recepción de que goza ahora Chateaubriand, no ocultan la controversia. Así como monárquicos y jacobinos le aborrecieron, «para la derecha es el derrotista por excelencia y para la izquierda progresista es un calumniador de la revolución y un nostálgico del antiguo régimen», dice Fumaroli.

La explicación es simple. «Chateaubriand no es un catedrático de certezas fáciles», dice el profesor, «Memorias de ultratumba es una cura literaria para nuestra principal enfermedad: creer que hay un lado bueno y uno malo, un pasado peor y un futuro mejor. En suma, construcciones ideológicas».

«Chateaubriand es uno de los mayores escritores europeos porque en él se identifican los contrarios», afirma. Y en este rasgo ve Fumaroli el antídoto contra todo maniqueísmo ideológico. A la par que añora el antiguo régimen y sus privilegios, se muestra a favor de una democracia igualitaria, pero enmarcada en una monarquía parlamentaria a la inglesa. Es un férreo defensor de la Declaración de Derechos Universales, pero no duda en aparcarlos para evitar los años de Terror (1792-1794) que provocan. «Afirma que no hay literatura capaz de sostener los grandes sentimientos de la humanidad», dice Fumaroli, «y al mismo tiempo, en Memorias lo intenta y sigue en cierto modo el modelo de Confesiones de Rousseau».

El periplo de Chateaubriand es tan abultado como desmesurada su obra o innumerables sus viajes. Fue militar, rebelde, exiliado por desatar las iras de Napoleón, parlamentario y ya, bajo la protección borbónica, ministro y embajador. Visitó América, Inglaterra, Egipto, Palestina... Sus Memorias recogen ese caudal vital dividido en cuatro partes que corresponden escrupulosamente con los cuatro momentos que le tocó vivir: el Antiguo Régimen, la Revolución, el Imperio y la Restauración.

Chateaubriand dejó estipulado que sus Memorias se editaran 50 años después de su muerte, pero las penurias de sus últimos días le obligaron a vender sus derechos a una sociedad que los cedió a La Presse, donde apareció por entregas, con supresiones y en orden arbitrario. Las ediciones posteriores repetirían esos desaciertos.

El carácter «intempestivo» y «la extraordinaria actualidad» de la obra radican, para Fumaroli, en «la meditación histórica que ofrece sobre el pasaje del mundo antiguo al moderno, del orden aristocrático al democrático». Porque su capacidad crítica se despliega sobre uno y otro sin contemplaciones. Chateaubriand, al igual que Tocqueville, su sobrino político, se dejó maravillar por el modelo constitucional americano; pero no por ello dejó de advertir los riesgos a que las libertades individuales se exponían en una democracia igualitaria, si ésta trastoca las costumbres civiles y la «moral del deber» de la Europa aristocrática, por una «moral de los intereses». Y su advertencia parece hoy más válida que nunca. www.elmundo.es



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