La poderosa familia Mendoza del Río ha permanecido aislada en su propiedad. Durante los últimos veinte años, sus miembros se han mantenido encerrados en la basta hacienda que linda con el mar. Lo cierto es que los hechos que provocaran esta extraña actitud en los Mendoza se han diluido, distorsionados por el cúmulo de conjeturas que se levantaran en la zona tras los infaustos acontecimientos, quedando solo visible la punta del témpano: varias muertes súbitas y un matrimonio tan extraño como inesperado. Veinte años atrás, dos de las familias más acaudaladas de la provincia iban a unirse mediante el matrimonio de sus hijos cuando una noche ocurrió la tragedia que los sumiría en el dolor, la desesperación y en el hermetismo. Cuando el sol se levantó sobre Los Valles solo se supo lo que don Tomás Mendoza quiso decir de aquellos extraños acontecimientos que segaron la vida a uno de sus hijos y dejaron inválido al otro. Nadie podía sospechar que, tras aquella tragedia, se encontraba una fuerza oculta, maligna, la misma que más de veinte años antes había torcido el rumbo de la vida del joven Tomás Mendoza y frustrado su matrimonio con Amalia del Castillo. Solo con la llegada a Los Valles, años más tarde, de Abelardo Mendoza y una de las víctimas de aquella tragedia comienza a disiparse la bruma sobre aquellos hechos hasta ahora distorsionados.