Las pinturas del surrealista belga René Magritte (18981967) han ejercido una extraordinaria fascinación, particularmente desde el enorme aumento de la conciencia y popularidad de su obra durante la década de 1960. Magritte nos muestra un mundo de silencio y aislamiento en el que los objetos familiares se alteran o yuxtaponen en combinaciones "imposibles" para crear una sensación de desorientación y absurdo. Muchas de sus pinturas más memorables datan de sus tres prolíficos años entre 1927 y 1930, cuando vivía cerca de París y estaba en estrecho contacto con el escritor André Breton y otros surrealistas franceses.