Las leyes que un misterioso señor Murphy puso por escrito circulan por el mundo alertándonos sobre lo que siempre podemos esperar o no esperar de la realidad, para que sepamos cuándo hay que reírse de lo que nos pasa -porque no nos queda más remedio- y aceptar que la fila que elegimos para hacer el trámite será siempre la más lenta de todas.