Una señora que descompone con gracia los infortunios de la vejez. La elocuencia y la simpatía que despiertan los nombres, las formas que no se cansan de dibujar en nuestra cabeza. Ángeles cansados de vuelta de una aventura milenaria que consistió tal vez en mirar de frente el futuro... La imaginación de Rodolfo Modern permite que nos acerquemos a estas ficciones con gratitud, pero... ¿es imaginación? Es algo más que eso. Es una hondura narrativa perfeccionada por el oficio la que nos ayuda a encontrar en este libro el sabor de los cuentos de la infancia, su inconfundible elegancia lírica. Los cuentos de La salsera de Meissen tienen más de una característica común. Capturan la atención de los lectores con una atmósfera de encantamiento que conserva no obstante los mejores matices del naturalismo. La narración del título parece volver obsesiva la idea superior de una salsera de Meissen, pero el objeto mismo es canjeable, como lo son los valores materiales de la vida. Con una discreción estilística digna del gran escritor que es, Rodolfo Modern va armando estos juegos perfectos, estos diseños sutiles que nos permiten ver, a través de una admirable transparencia, la alternancia perfecta de ilusión y realidad que la vida procura.