Entre 1973 y 1976 la Argentina recorrió uno de los períodos más vertiginosos, controvertidos y complejos de su historia contemporánea. En poco menos de tres años, las enormes expectativas en torno a la implantación de un sistema democrático se dilapidaron, y la voluntad de cambio compartida por vastos sectores para lograr una sociedad más justa y solidaria cedió su espacio a la desarticulación, la crisis social y la violencia política. El período aparece desde la óptica histórica como una gran frustración. ¿Era inevitable ese desenlace? Los autores responden a esta pregunta.