En una confluencia, que usualmente se identifica con las divisas nacional-populares, sitúa Jorge Coscia sus ensayos y escritos. Se trata de un estilo que con justeza se ha denominado de "hacha y tiza", con lo que quiere significarse dos cosas: un modo enfático de replicar los estilos sistemáticas con las que se ultraja a los gobiernos populares, menos por sus insuficiencias que por sus logros, y un modo pedagógico que parte de memorias marginales, no asentadas en los discursos hegemónicos, para develar las recurrentes embestidas de quienes prefieren denigrar los actos que surgen de la historicidad inherente a nuestros países y culturas. Coscia busca en las técnicas de desprestigio que extenuaron al gobierno de Yrigoyen el antecedente de las actuales maniobras de sitio sobre las instituciones políticas que emergieron en el año 2003. Y en un conjunto de artículos de actualidad -que aluden también a la problemática del cine nacional- combina briosamente la crítica a los poderes comunicacionales que desmantelan la esperanza, con un llamado a renovar las políticas culturales de la historia, dándoles envergadura latinoamericana y responsabilidades artísticas.