Este libro nos demuestra, imbricando en un nivel profundo la antropología, la filosofía y la historia de la cultura, que la barbarie es una categoría pertinente para comprender nuestro tiempo, y en especial la crisis de esa razón con la que Europa colonizó el mundo. El autor no está solo en esta empresa, pues su pensamiento corre por cauces que ya transitaron Adorno, Horkheimer, George Steiner, Lévinas, Castoriadis, Lipovetsky y otros prestigiosos intelectuales. Pero su crítica se centra en el sujeto moderno, tal como lo formulara Descartes, que llevó a querer fundar la humanidad en su propia sustancia, indiferente a toda forma de exterioridad. El hombre que se afirma como sujeto absoluto, autocreado, termina depredando la dimensión social, y librándose incluso a formas de autoritarismo más temibles que las que pretendía conjurar. Es que la razón moderna, al rechazar de plano todo lo que no podía reducir a sus pobres esquemas y negar así la racionalidad del otro, se fue hundiendo en la barbarie, que no estaba afuera sino en su oscuro y sucio interior. Barbarie que se manifiesta en la cultura (Steiner habla por eso de post-cultura), la educación (la escuela moderna y la "pedagogía del vacío"), la política (convertida hoy en simulacro) y la misma filosofía, por no asumir que el sentido no es un atributo más del ser, sino el ser mismo, y su abolición alcanza a ambos por igual. Esta obra brillante, comprometida y necesaria nos muestra con sorprendente erudición cómo Occidente rompió los vínculos con sus mitos fundadores para dejar al sujeto la extraña misión de reinar en su propio desierto.