Porque el juego debe estar presente hasta el último momento de nuestros días; porque al jugarnos liberamos tensiones, creamos, nos relacionamos, interactuamos, nos desinhibimos; por eso, decidimos compartir nuestras creaciones y experiencias en este libro, intentando contagiar al lector el deseo de reencontrarse con su más antiguo y visceral Homo ludens, para que pueda, así, multiplicarlo en cada grupo que coordine.