Reino Unido - USA, hoy. La redacción de la autobiografía del primer ministro británico saliente Adam Lang está resultando una tarea rodeada de misterio. La primera persona que se encargó de acometer el trabajo murió en extrañas circunstancias. Su sustituto -el escritor a sueldo: el negro a la sombra de la firma- recién estrenada su labor, y en compañía del entorno del ex primer ministro en un apartado paraje de Estados Unidos, empieza a tener sus sospechas. En un ambiente marcado por la tensión y la sensación de engaño, en el que Ruth, la mujer del ex mandatario se encuentra especialmente incómoda, las primeras pesquisas del narrador despiertan sus recelos: seguir los pasos de su antecesor en la redacción del manuscrito le lleva a conocer a hombres enigmáticos (en especial el catedrático Emmett) que solo aportan más dudas al perfil, hasta el momento intachable, del ex primer ministro. La situación se complica cuando el ex gobernante es acusado de crímenes de guerra por un anterior colaborador: en su lucha al lado de EE.UU. contra el terrorismo islámico ordenó la detención de cuatro jóvenes paquistaníes y su posterior entrega a la CIA (uno de ellos murió en Guantánamo) sin cargos evidentes. Una colaboración que tan solo fue una más dentro de la espiral de sumisión de la política británica respecto a la americana durante el mandato anterior. La tensión es casi insoportable, el ex primer ministro parece completamente superado por la situación y el escritor cree poder hacerle confesar y confirmar sus sospechas: ¡cumple los mandatos de Estados Unidos! Justo en ese momento el ex dirigente es asesinado, un terrorista suicida se ha tomado su particular venganza y parece que las posibilidades de conocer la verdad se desvanecen. Pero aún quedan datos por conocer que el narrador no desvela hasta prácticamente el final del relato. El giro final del libro supone una sorpresa mayúscula, el narrador revela los datos que le llevan a huir y esconderse, el peligro no ha hecho más qu