La técnica, que hoy aparece ennoblecida como tecnología, está en el centro de los dispositivos de poder. Es fuertemente política, aunque se disimula detrás de los objetos técnicos cargados de racionalidad y progreso, como se nos dice. Por esta razón, los gobiernos del mundo desarrollado, a falta de nuevas ideas, creen encontrar en las nuevas tecnologías un apoyo para la elaboración de consenso.