Rodrigo Galarza se desvive en narrar la supervivencia propia y ajena de los extranjeros en un barrio multicultural, bohemio y descarnado de Madrid. El poeta en Lavapiés fija su mirada en lo vital inmediato, en los menesterosos de las calles y los bares, y despliega agudos poemas en prosa donde epifanías y dolores restallan con la lírica del gesto humano; la esperanza chiquita de los que buscan y se rebuscan en continuas gestas cotidianas, un mínimo sustento, algo de amor, un abrigo afectivo, la gracia de vivir mientras se transita el infierno de las drogas, la soledad y la exclusión. Las necesidades, deseos y peligros de siempre, reactualizados en el interminable corazón de la poesía, iluminando todo desde el mito del viajero.