El propósito de este libro ha sido tan sólo, mostrar las vicisitudes de una serie de personas que no personajes y en este libro van las que les suceden a sus principales protagonistas: Linda y Rodrigo. Se me ocurre comentar aquí una corrección que hice un día cuando alguien me habló de un dicho que le había transmitido su abuelo, repitiendo un consejo que le daban a un hombre: «Si quieres que tu mujer te siga, ve delante». Yo me quedé pensándolo y repliqué que no me parecía bien eso de ir delante. Más bien dije, debería decirse: «Si quieres que tu mujer te siga, ponte al lado de ella» porque esa máxima vale para los dos. No hay por qué ponerse delante ni detrás, sino al lado y caminar juntos como, estoy seguro, harán Rodrigo y Linda. Lo que está claro es que esos dos han llegado, por coincidencias del destino, a encontrarse como tantos otros. Cada uno con su historia, con sus tristezas y sus errores, sobreviviendo a las injusticias y rebelándose contra ellas. El final no me toca a mí definirlo, aunque como ese dios menor que siempre es el autor podría hacerlo, ya que desde la omnisciencia del relato el autor tiene derecho a suponer todo lo relativo a sus criaturas.