La historia de la Plaza de Mayo está compuesta por una sobrecarga de hechos dispersos, heterogéneos, múltiples. Pero debido a que esa Plaza existe, serán menos dispersos, menos múltiples, menos diluidos. Así, el hilo conductor de la plaza se presenta fácil de percibir. Es una misma localización espacial que actuó como amalgama y legado ante distintos momentos históricos, como la rendición de invasores a principios del siglo XIX o como punto de vibración de convulsiones sociales, la de 1945 o la del 2001, sin que se deba omitir a las madres resistentes que adoptaron el nombre mismo de esa Plaza. Todo o casi todo fue a enhebrarse allí. Pero tan obvio parece el hecho de que haya un desemboque simbólico de la cultura política nacional en una plaza, como es enteramente misterioso que, a lo largo del tiempo, una cambiante noción arquitectónica mantenga cierta unidad ante cambiantes hechos políticos. Lo recóndito de esa unidad es una frágil cuerda en la memoria. Tal es la historia que quiere develar este libro.