Entregada al ridículo es un libro escrito por una coleccionista de papelones. Y aunque eso no sea un mérito para nadie, ella aprendió a sacar provecho de su suerte. Después de años y años deseando tener un nombre normal, una familia como tantas, una vocación clara, un hobby copado o un ídolo a quien adorar, asumió que nunca jamás sería una chica como tantas otras. Y se dio cuenta de algo inevitable: nunca iba a poder zafar de ser quien es. Nunca iba a poder tomarse vacaciones ni feriados ni francos compensatorios. Entendió que iba a tener que convivir con ella misma por el resto de sus días. Así que se aceptó como es: una mina ridícula. En este, su primer libro, Dalia -que no es Dalila, ni Delia ni Dallys ni Nadia- cuenta, por primera vez, cómo es posible vivir con el ridículo a cuestas. Y una cosa más: no se sabe a ciencia cierta si todo lo que escribió en este libro es cierto. Tampoco importa si es verdad, mentira o producto de su imaginación. Ella cree que fue así y punto.