El filósofo británico Simon Critchley parece tomarse muy en serio aquella máxima de «devolver la filosofía a la calle». Nada le es ajeno, como demuestra en este libro, donde hibrida su amor por el deporte rey con su incisiva mirada filosófica.
El fútbol hunde (o hundía) sus raíces en el sentimiento de pertenencia a un lugar y a una comunidad, y en su momento encarnó cierta idea de utopismo comunitarista y fue parte importante de la cultura obrera: era un deporte de equipo, de asociación, un deporte socialista, donde el conjunto está siempre por encima de las individualidades, por importantes que éstas puedan ser. Los jugadores vienen y van, mientras que los aficionados son el archivo, la memoria del equipo, quienes lo anclan en la historia. Son parte activa del fútbol en tanto experiencia, en tanto colección de momentos. Y entre los recuerdos más queridos y tempranos de Critchley están los de ir a ver con su padre los partidos del Liverpool, el equipo de sus amores, un amor que ha sobrevivido a la infame mercantilización y la desnaturalización que ha sufrido este deporte en las últimas décadas.
Aunando pasión y rigor, análisis y devoción (porque, al fin y al cabo, ¿qué es el fútbol, qué es la filosofía sin entusiasmo?), Critchley se acerca a este fenómeno planetario desde perspectivas de clase, de género, también de estética, y nos ofrece un libro que es tanto un inspirado e inspirador ensayo como un sentido homenaje a este deporte inmortal.