No es producto de la casualidad que César Dublanc haya decidido cerrar esta obra con la primavera, estación en la que observamos todo aquello que nos rodea con la seguridad de volver a creer en un mundo menos hostil y más humano.Se trata, creo, de una muestra de optimismo crítico, porque, más allá de su apuesta a un futuro en paz, desarrolla una aguda observación sobre las oscuridades, las contradicciones y las soledades del ser humano.La vía que ha escogido César son los relatos fantásticos, y, al igual que los escritos por Orwell y Bradbury, intentan señalar, y tal vez denunciar, a partir de una sincera percepción poética, mucho antes que el futuro, el presente caótico, pero aún modificable.