La vida de una mosca es difícil; muchos riesgos se interponen en su camino: manos y zapatillas que aplastan cuando uno menos se lo imagina, lenguas largas y pegajosas que atrapan todo lo que anda por ahí, telarañas y bichos que acechan por doquier. Por eso la cuestión es: ¿por dónde volar?, ¿cómo sobrevivir? Eso sí, a pesar de las dificultades, no hay nada como un enorme helado de frutilla, aunque para conseguirlo haya que atravesar una habitación llena de humanos malhumorados.