A diferencia de las célebres Aguafuertes porteñas de Arlt, los cuadros costumbristas de Last Reason (seudónimo del uruguayo Máximo Sáenz) no buscan la denuncia sino la anécdota, un barniz que suavice el malestar. No se trata de cambiar el mundo sino de sobrellevarlo con el mínimo indispensable para ser feliz.
Autodefiniéndose como un reo, y simpatizando con los reos que recorren sus relatos, Last Reason da cuenta de todo un submundo hípico, incorporando la cotidianeidad de los burreros al mosaico de producciones que a lo largo de las primeras décadas del siglo XX cuentan la ciudad.
A rienda suelta (1925) es una selección de crónicas turfísticas, pero también constituye una especie de mitología urbana, una evocación de personajes que, desde una mirada actual, provocan cierta añoranza del Buenos Aires de mediados de los veinte.
El estudio preliminar de Gabriela García Cedro brinda una interesante contextualización de los relatos.